El análisis de Lovecraft como persona y personaje no sólo resulta interesante como destrucción de un mito, tiene su interés al darnos pie a constatar y meditar sobre los personajes en que, nosotros ciudadanos – ya no personas – de hoy, somos personajes de nuestras propias vidas. Si Lovecraft quedó atrapado en el discurso tramposo del escritor-personaje del siglo XVIII y XIX, nosotros estamos atrapados, en cierta medida, en el discurso tramposo del personaje del siglo XXI, Lovecraft nos mostró el camino tanto de la trampa como de la salida. El lunes 4 de junio, a las 18:00 h, en el salón de actos del recinto ferial, tendrá lugar una conferencia sobre H.P.Lovecraft a cargo de Roberto García Álvarez.
El Lovecraft que se declaraba racista pero tenía por mejor amigo a un judío, el Lovecraft fervorosamente antisemita que, aun así, se casó con una orgullosa judía, y jamás fue grosero o despectivo con ninguna persona fuese de la raza que fuese. El Lovecraft que es tachado de misógino, pero que escribió casi un cuarto de su obra en colaboración con mujeres. El Lovecraft misántropo y asocial que, no obstante, escribió un 27% de su producción en colaboración con amigos y que, además, es considerado unos de los mayores escritores de cartas de la historia – unas 100.000-… ¿A quién escribía si era un asocial? Así la mayoría de los mitos de Lovecraft se caen por su peso y muestran como el mayor mito y drama de Lovecraft fue su propio personaje. Ese Lovecraft lleno de contrasentidos y perdido en un mundo de postureo y poses, no deja de ser una advertencia, con casi 80 años de antigüedad, para el hombre moderno perdido en un laberinto de contrasentidos – ecologista pero consumista, obsesionado por encontrar la felicidad pero infeliz eterno, medicalizado pero enfermo, hiperconectado con los demás pero cada vez más aislado y sólo...
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